Anteojos de sol tipo aviador, traje blanco, una cara angulosa y un bigote fornido. Lucky Love tiene un impactante parecido físico con el cantante Freddie Mercury y juega con ello. Su performance en la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos el miércoles, donde interpretó la canción My Ability (”Mi capacidad”) conmovió París y las redes de todo el planeta.
Mientras los 4.400 atletas paralímpicos llegaban a la plaza de La Concorde, el artista francés emergía de un grupo de bailarines que mezclaba personas con y sin discapacidad. “¿Qué hay de mi capacidad? ¿Qué está mal con mi cuerpo? Acaso no soy suficiente”, decía la conmovedora letra de la canción, una reversión de su hit Masculinity compuesta para la ocasión. “¿No lloro como vos? ¿No beso como vos? ¿No amo como vos?”, se preguntaba Lucky Love mientras se quitaba un saco Louis Vuitton bordado de hilos dorados, revelando al mundo su torso desnudo y la ausencia de un brazo.
Bailarín, modelo, cantante, un artista polifacético que ya tuvo mil vidas
Lucky Love, Luc Bruyère según su DNI, nació sin brazo izquierdo debido a una rara malformación congénita llamada agenesia, de la que supo hacer su fuerza. Es bailarín, modelo -desfiló para marcas como Nike, Gucci, Dior, Lanvin, Maison Margiela y Kenzo-, pero también actor, fue performer en un cabaret travesti y ahora cantante. A los 30 años, ya parece haber tenido mil vidas.
“Tuve muchas dificultades, me falta un brazo, pasé por las drogas, di HIV positivo a los 19 años y encima soy homosexual“, contó al canal France 3 sobre su vida.
De chico, fue víctima de bullying en la escuela y se refugió en la literatura. “Para escaparle a las humillaciones, al patio de recreo, había que parecer estar ocupado, así que me quedaba devorando libros. Era a la vez una forma de protegerme y de evadirme. Los libros me ofrecieron un universo en el que tenía derecho a existir”, dijo hace poco en una entrevista con la radio France Inter.
Bruyère también encontró amparo en la danza clásica, que comenzó a estudiar a los cinco años, y con el tiempo su pasión le cambió la forma en la que se percibía. “Bailar me dio confianza en mi cuerpo”, afirmó. “La danza me dio una misión, entendí que mi cuerpo podía servir para defender causas que lo superaban, convertirse en un instrumento”, declaró el artista, para quien “no hay nada más político que el cuerpo”.
Lucky Love aprendió a amarse y a jugar con su imagen, y su cuenta de Instagram, donde acumula más de 425.000 seguidores, es una prueba de ello. “Estoy orgulloso de mi cuerpo y quiero enviar un mensaje positivo sobre los cuerpos que son diferentes. Amo estar vivo y honrar mi cuerpo”, dijo alguna vez.
La canción que cambió su vida
Lucky Love, que escribe poesía desde los 8, tenía 15 años cuando se topó con un video de la cantante Barbara, un ícono de la canción francesa de los 60, que interpretaba la canción La solitude (La soledad). Fue un shock, una revelación.
“Era la primera vez que escuchaba palabras que no eran mías, pero que parecían salir de mi corazón. La soledad más absoluta. Y el poder de las palabras de darnos por fin ese lugar de reconocimiento”, explicó Lucky Love sobre esta epifanía que le dio ganas de dedicarse al arte. Esa influencia aún se percibe en su música, una mezcla de chanson française y electro-pop con reminiscencia a artistas como James Blake o Antony and the Johnsons.
Masculinity, su primer hit que se volvió un himno de la comunidad LGBTQ+
El año pasado, su sencillo en inglés Masculinity, en el que cuestiona la masculinidad tóxica y el patriarcado, cosechó millones de reproducciones en las plataformas de streaming de todo el mundo y se convirtió en un himno de la comunidad trans en Estados Unidos, pero también llegó a ser primero en países como Ucrania, Polonia y hasta en Irán. En una nota al medio Basique, el cantante reveló que era “su canción más personal, la que le permitió mostrar toda su vulnerabilidad”.
“No esperaba nada en particular de esta canción, solo sé que tenía una necesidad visceral de escribirla. Lo hice muy rápido, en una noche, frente al espejo de mi living. Sobre todo, no esperaba que se convirtiera en una especie de líder de una causa”, dijo en una entrevista con el canal France 3.
El éxito en públicos y países tan distintos, Lucky Love lo atribuyó a que el mensaje de su canción “es universal, al igual que el sufrimiento” que no entiende de nacionalidades ni fronteras. Si en EE. UU. lo adoptó la comunidad LGBTQ+, desde Irán le escribían muchos excombatientes heridos, “que claramente se referían a mi brazo y para quienes la canción tenía un significado totalmente diferente”.
Bruyère nació en Roubaix, en el norte de Francia, en una familia de origen cabileño. Su padre se borró y tuvo una adolescencia conflictiva en la que lo echaron de varios colegios católicos. Su coming out como gay a los 14 años tensó durante una década su relación con su mamá. “Por amor tuvo que tratar de entenderme y el día en que cumplí 24, me llamó y me agradeció, me dijo que ‘gracias a mí había crecido como persona’”, contó con emoción en una entrevista.
A los 15, Bruyère se fue a Bruselas, en Bélgica, donde más tarde se inscribió en una escuela de arte. Fue una época de mucho descontrol y drogas que lo llevó a estar al borde de la muerte. “Era anoréxico. Llegué a pesar 47 kilos para 1,86 m”, dijo.
Su cumpleaños número 19 lo pasó internado en un hospital. Ese día, se enteró de que tenía HIV. “Para mí fue el principio de mi vida, como un renacer. Ahí entendí que estaba vivo porque era mortal. Aunque hoy en día con el HIV se lleva una vida completamente normal, cuando te dicen que tenés el virus, sentís que llevás una pequeña muerte dentro. Pero esa pequeña muerte para mí, simplemente reveló la intensidad de la vida”, confió a France Inter.
Algunos medios galos afirman que Lucky Love tiene “la exuberancia de un rock star y el pudor de un poeta”. Pero también es un artista con convicciones, que actúa “en nombre de todas las personas que sufrieron de la falta de representación”. “Es como decirle fuck you a lo políticamente correcto o a la norma”, sostuvo. Sobre su fama creciente, consideró que es “una forma de convertirse en el ejemplo que no tuvo al crecer, y eso es un regalo maravilloso”.
En J’veux d’la tendresse, otra de sus canciones en la que explaya toda su sensibilidad y no duda en exhibir las cicatrices y grietas de su corazón, Lucky Love canta: “Quiero cariño/Quiero cielos azules siempre, siempre/Quiero una casa llena de amigos/Guitarras, risas, canciones/Quiero que haya amor/No quiero que me vuelvan a hacer daño”.
Alejado de los paraísos artificiales, Lucky Love siente que está en su mejor momento. “Pasé por muchas cosas y eso me ayudó a ver lo sublime en la vida”. Su primer disco, I don’t care if it burns, saldrá en noviembre y, tras la plataforma que le dio los Juegos Paralímpicos, el cantante francés está listo para conquistar el mundo y recibir el cariño del público.
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